Ha sido una semana devastadora para el grupo político-paramilitar Hezbollah y el pueblo libanés.
Bombas ocultas en los bíperes y walkie-talkies del grupo mataron a decenas de personas e hirieron a miles, muchos de ellos miembros de Hezbollah. Los ataques israelíes en Beirut causaron la muerte de dos de los principales comandantes de Hezbollah. Además, Israel ha bombardeado lo que considera que fueron 1.600 emplazamientos de combatientes en amplias zonas de Líbano, matando a cientos de personas y desplazando a miles.
Israel afirmó que su objetivo es asegurar su frontera norte para que decenas de miles de personas que huyeron debido a los ataques de Hezbollah hace casi un año puedan regresar a sus hogares. Pero no está claro que sus recientes operaciones, por muy exitosas que hayan sido desde el punto de vista táctico, puedan lograrlo.
“Nadie, ni dentro ni fuera del sistema de defensa, tiene idea de cómo lograr que estos brillantes logros operativos se conviertan en avances políticos, en una victoria real que detenga la guerra en el norte”, escribió el columnista Nadav Eyal en el periódico israelí Yediot Ahronot.
“Mientras Hezbollah conserve cualquier capacidad de ataque, la frontera norte no podrá volver a la normalidad”, afirmó Eyal.
Hezbollah comenzó a disparar contra Israel al día siguiente de que el ataque de Hamás del 7 de octubre desencadenara la guerra en la Franja de Gaza. Su objetivo declarado era inmovilizar a las fuerzas israelíes en el norte para ayudar a su aliado Hamás, que —al igual que Hezbollah— cuenta con el respaldo de Irán. El grupo político-paramilitar libanés ha afirmado que detendrá los ataques si se produce un cese del fuego en Gaza, lo cual parece cada vez más improbable.
La respuesta de Hezbollah a la intensificación de los ataques israelíes la semana pasada ha sido débil. Los cientos de cohetes y drones que ha lanzado contra el norte de Israel —incluidas zonas mucho más alejadas de la frontera que las que había atacado anteriormente— han causado pocas víctimas y sólo daños dispersos.
El miércoles por la mañana, Hezbollah disparó por primera vez un misil de mayor alcance contra Tel Aviv, lo que supuso una clara escalada. El ejército israelí afirmó haber interceptado el proyectil y no se reportaron víctimas ni daños.
Los expertos señalaron que Hezbollah tiene más armas de este tipo en reserva.
El poder aéreo israelí no es ilimitado
Las imágenes que se dieron a conocer el lunes de los ataques israelíes levantando columnas de polvo y humo parecían sombríamente familiares.
La invasión de Irak liderada por Estados Unidos en 2003, la campaña de la OTAN en Libia en 2011 y la guerra liderada por Estados Unidos contra el grupo extremista Estado Islámico en 2014 comenzaron con ataques aéreos masivos que iluminaban el cielo. En todos los casos, la guerra se prolongó durante meses o años, y las fuerzas terrestres desempeñaron un papel crucial.
La guerra de Israel contra Hamás en la Franja de Gaza comenzó con casi tres semanas de intensos ataques aéreos en todo el territorio, seguidos de una invasión terrestre a gran escala. Casi un año después, Hamás sigue resistiendo y retiene a decenas de rehenes capturados en el atentado en el sur de Israel del 7 de octubre.
En el caso de Hezbollah, Israel ha adoptado, hasta ahora, objetivos más limitados: no busca desarmar ni derrotar grupo político-paramilitar libanés, sino un nuevo acuerdo en el que los combatientes se retiren de la frontera y detengan sus ataques.
Pero hasta eso podría resultar imposible sin una invasión terrestre.
También existe el riesgo de que el conflicto dure mucho más de lo esperado, como descubrió Estados Unidos después de que sus guerras en Irak y Afganistán se prolongaran durante años tras el derrocamiento de Saddam Hussein y el Talibán. Los ataques aéreos de la OTAN, cuyo objetivo inicial era impedir una temida masacre en la ciudad libia de Bengasi, se transformaron en una campaña de siete meses de cambio de régimen de la que Libia aún no se ha recuperado del todo.
Hezbollah posiblemente tiene recursos bélicos que todavía no ha desplegado
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, se jactó de que sólo los ataques del lunes habían acabado con decenas de miles de cohetes y misiles de Hezbollah.
“Esta ha sido la semana más difícil para Hezbollah desde su fundación”, añadió. “Se ha propinado un golpe a la cadena de mando, a los propios terroristas en distintos niveles, a su capacidad de tiro y a su estado de ánimo”.
Los ataques israelíes del lunes y el martes causaron la muerte de por lo menos a 560 personas, entre ellas unas 150 mujeres y niños, según las autoridades libanesas. Hezbollah no ha dicho cuántos de sus combatientes fallecieron.
Pero incluso si la evaluación de Gallant es correcta, Hezbollah sigue disponiendo de recursos considerables.
“La unidad de cohetes sigue activa, Hezbollah ha asimilado el golpe inicial y la batalla apenas ha comenzado”, declaró Qassim Qassir, un exintegrante de Hezbollah que escribió un libro sobre el grupo. “Hezbollah sólo ha utilizado una pequeña parte de su arsenal”.
Hezbollah se creó con la ayuda de Irán luego de que Israel invadiera y ocupara el Líbano en 1982, y busca la destrucción de Israel. Ha sobrevivido a innumerables batallas con las fuerzas israelíes, ha sustituido a varios comandantes asesinados a lo largo de los años y se rearmó tras una guerra de un mes de duración en 2006.
Hezbollah afirma contar con unos 100.000 combatientes. Antes de las últimas hostilidades, se creía que disponía de unos 150.000 cohetes y misiles, incluidos proyectiles de largo alcance capaces de alcanzar cualquier lugar dentro del territorio israelí, y algunos misiles guiados de precisión.
Es probable que Hezbollah esté manteniendo sus armas más sofisticadas en reserva para evitar desencadenar una guerra total.
Sarit Zehavi, exanalista de la inteligencia militar israelí y fundador del Centro de Investigación y Educación Alma, un centro de estudios israelí enfocado en la frontera norte, dijo que Hezbollah ha ocultado sus armas en diferentes partes del país, incluso en zonas cercanas a Beirut, donde tiene una fuerte presencia.
“Hezbollah estaba demasiado concentrado, así que distribuyó sus municiones e infraestructuras por todas partes, y por eso se están atacando tantos objetivos, porque está en todas partes”, señaló.
Hezbollah tiene una capacidad militar mucho mayor que la de Hamás. Dispone, además, de una zona mucho más extensa donde operar, amplias líneas de suministro que lo conectan más directamente con Irán y redes de túneles que podrían ser todavía más extensas que las de Gaza.
En caso de invasión terrestre, a los combatientes de Hezbollah podrían unirse miles de combatientes más de otros grupos respaldados por Irán procedentes de Irak, Yemen y otras partes de la región.
Ambas partes tienen pocas opciones
Israel dijo que no tiene planes inmediatos de realizar una invasión terrestre, pero que está preparado para ello y ha enviado miles de soldados experimentados desde Gaza a la frontera norte de su territorio. Si la campaña aérea no consigue doblegar a Hezbollah, los dirigentes israelíes se verán tentados a realizar una invasión terrestre.
Incluso si el objetivo es sólo crear una zona de seguridad para proteger mejor el norte de Israel, los riesgos son grandes.
La mayoría de los israelíes están aislados de la guerra aérea por la distancia y los sistemas de defensa antimisiles de Israel, pero una invasión terrestre significaría más bajas y combates prolongados para soldados y reservistas que ya están cansados después de un año de guerra en Gaza.
La última invasión israelí de Líbano, desencadenó una insurgencia de 18 años de duración por parte de Hezbollah, que finalmente obligó a Israel a retirarse, y otra ocupación prolongada podría tener un costo similar.
Israel ya ha tenido que enfrentar la indignación a nivel internacional por la guerra en la Franja de Gaza, incluidas las investigaciones en curso en las principales cortes mundiales, y se arriesga a quedar todavía más aislado si lanza una campaña similar en Líbano.
Hezbollah tampoco tiene buenas opciones.
Sus simpatizantes —y su patrocinador Irán— considerarían una capitulación humillante y un abandono de los palestinos detener el lanzamiento de cohetes hacia el norte ante la presión israelí.
Por otra parte, una intensificación de sus ataques, ya sea lanzando cohetes más sofisticados o apuntando a ciudades importantes como Tel Aviv, podría provocar una respuesta israelí aún más aplastante o una guerra total que devastara Líbano, y Hezbollah correría el riesgo de ser culpada.
El dirigente de Hezbollah, Hassan Nasrallah, ya enfrenta críticas por parte de muchos libaneses que lo acusan de atar el destino de su país a Irán y buscar la guerra en un momento de ruina financiera.
Esto lo obliga a mantener el status quo, en el que Israel lleva a cabo ataques cada vez más contundentes mientras que Hezbollah se conforma con una respuesta relativamente moderada.
Para Hezbollah, y para el pueblo libanés, esto podría empeorar aún más en las próximas semanas.