En su apogeo, Apollo Carreon Quiboloy fue uno de los líderes religiosos y telepredicadores más influyentes de Filipinas. Se autoproclamó el “hijo designado de Dios” y fue también una figura clave que respaldó al expresidente Rodrigo Duterte.
Una imputación ampliada de Estados Unidos en 2021 lo acusó de obligar a mujeres y niñas a sostener relaciones sexuales y de tráfico sexual forzado, entre otros delitos. Enfrenta denuncias penales similares en Filipinas, donde se escondió este año.
Rodeado de policías fuertemente armados, el predicador de 74 años y cuatro coacusados se entregaron el domingo en su bastión religioso en el sur del país. Fueron presentados el lunes a la prensa vestidos con camisas naranjas de detenidos y con mascarillas sanitarias, y altos funcionarios advirtieron en la televisión nacional que “nadie está por encima de la ley”.
Esto es lo que sabemos sobre Quiboloy:
Según la acusación de Estados Unidos, Quiboloy También tenía enormes residencias en California, Las Vegas y Hawai.
En el apogeo de su influencia, los aspirantes volaban a Davao para buscar su apoyo electoral. En las elecciones presidenciales de 2016, Quiboloy respaldó a Duterte, su amigo cercano a quien también sirvió como consejero espiritual. Duterte había aparecido en ocasiones con Quiboloy en los programas de radio y televisión del líder religioso, donde el entonces presidente hablaba abiertamente de su letal ofensiva contra las drogas ilegales.
Los asesinatos de miles de presuntos narcotraficantes y drogadictos —en su mayoría pobres— durante el gobierno de Duterte han sido condenados por gobiernos occidentales y grupos de derechos humanos, y son investigados por la Corte Penal Internacional como un posible crimen contra la humanidad. Duterte ha negado haber autorizado los asesinatos, pero ha amenazado abiertamente a los traficantes de drogas con la muerte.
Quiboloy ha hecho afirmaciones escandalosas que suscitaron preguntas sobre su carácter, pero lo hicieron más querido ante sus seguidores fanáticos. En 2019, afirmó que evitó que un gran terremoto azotara el sur de Filipinas.
La acusación ampliada contenía una serie de cargos, entre ellos conspiración, tráfico sexual de menores, tráfico sexual forzado, fraude y coerción, fraude matrimonial, lavado de dinero, contrabando de efectivo y fraude de visado.
Quiboloy y otras ocho personas fueron acusados de “participar en una estratagema de tráfico laboral que llevó a miembros de la Iglesia a Estados Unidos, a través de visas obtenidas fraudulentamente, y obligó a los miembros a solicitar donaciones para una organización de beneficencia falsa… donaciones que en realidad se utilizaron para financiar las operaciones de su Iglesia y el lujoso estilo de vida de sus líderes”.
Fueron acusados de “reclutar a mujeres y niñas, generalmente de entre 12 y 25 años, como ‘pastoras’ que cocinaban sus comidas, limpiaban sus casas, le daban masajes y viajaban con él por todo el mundo. Algunas también tenían relaciones sexuales con Quiboloy en el “servicio nocturno” programado, incluidas algunas menores, como una niña de 15 años”, según la acusación.
En noviembre de 2021 se emitió una orden federal de arresto contra Quiboloy. Terminó en la lista de los más buscados del FBI, con su rostro en los carteles de fugitivos de la agencia.
En Filipinas, Quiboloy ha sido acusado de violar una ley que protege a los niños del abuso, la explotación y la discriminación en un tribunal, y tráfico de personas en otro, luego que varios exseguidores presentaran denuncias.
Quiboloy, sus coacusados y sus abogados negaron haber cometido delito alguno. Se dijeron dispuestos a responder a los cargos en los tribunales. La serie de acusaciones, agregaron, fue inventada por críticos y exmiembros que fueron expulsados de su grupo religioso.
A principios de este año, Quiboloy se ocultó luego que un tribunal filipino ordenara su arresto y el de otras personas por sospechas de abuso sexual infantil, abuso sexual y trata de personas. El Senado filipino ordenó por separado el arresto de Quiboloy por negarse a comparecer en las audiencias públicas de la comisión que investigaba las acusaciones penales en su contra.
El logro en su búsqueda se produjo el domingo, cuando la policía emitió un ultimátum de 24 horas para que Quiboloy se entregara o, de lo contrario, volverían a allanar un edificio de la escuela bíblica, donde se creía que el predicador se escondía. Antes del anochecer, Quiboloy se entregó junto con otras cuatro personas. Fueron trasladados en avión a Manila, donde los encerraron en un centro de detención de alta seguridad en la sede de la policía.
“Él ya no podía soportar presenciar ni un segundo más los sufrimientos que su rebaño estaba experimentando desde hacía tantos días”, dijo su abogado Israelito Torreon sobre la entrega de Quiboloy.
Quiboloy y su coacusado fueron presentados brevemente a los medios el lunes, pero el telepredicador, conocido por sus largos sermones, no habló. Benhur Abalos, secretario del Departamento del Interior y Gobierno Local, y el general Rommel Francisco Marbil, jefe de la Policía Nacional de Filipinas, advirtieron que el arresto del influyente predicador mostraba que en Filipinas “nadie está por encima de la ley”.
Se espera que Estados Unidos solicite la extradición de Quiboloy y su coacusado en algún momento, pero el presidente Ferdinand Marcos Jr. dijo que primero tienen que enfrentar la justicia en Filipinas.
Quiboloy, agregó Marcos, será tratado como cualquier otro detenido y no recibirá un trato especial.