La comunidad costera nigeriana de Ayetoro fue fundada hace décadas y se le apodó la “Ciudad feliz”, creada para ser una utopía cristiana en la que no habría pecados ni clases sociales. Pero ahora los residentes que aún viven allí pueden hacer poco ante el creciente avance del mar.
Las construcciones se han hundido en el océano Atlántico, una imagen cada vez más común a lo largo de la vulnerabe costa occidental africana. Viejos postes de madera se asoman por encima del agua como si fueran dientes podridos. Cimientos en ruinas yacen a lo largo de la costa. Las olas rompen contra postes eléctricos abandonados.
Durante años, naciones ubicadas a baja altitud le han advertido al mundo acerca de la amenaza existencial que representa la elevación del nivel del mar. Nigeria, el país más poblado de África, pasa apuros para hacer frente al reto. Algunos planes para atender la protección de las costas, incluso para Ayetoro, se han disipado en el aire en una nación en la que la corrupción y la mala gestión son generalizadas.
Las oraciones para pedir que llegue a su fin el incremento en el nivel del mar están “en labios de todos” en la iglesia cada domingo, según el líder juvenil Thompson Akingboye. Pero saben que la solución requerirá mucho más.
Incluso el templo ha sido reubicado en dos ocasiones para que esté lejos del mar. “Ahora la ubicación actual también está amenazada, pues el mar está a sólo 30 metros (98 pies) de distancia”, señaló Akingboye.
Miles de personas se han ido. De los que quedan, Stephen Tunlese sólo puede ver desde la distancia los restos de su tienda de ropa.
Tunlese dijo que perdió una inversión de ocho millones de nairas, equivalentes a 5.500 dólares, debido al mar. Ahora se adapta a un futuro más acuático. Repara canoas.
“Me quedaré en Ayetoro porque es la tierra de mi padre; esta es tierra patrimonial”, declaró.
La costa lodosa del área de Mahin donde la comunidad está desapareciendo ha perdido más de 10 kilómetros cuadrados (3,8 millas cuadradas), casi el 60% de su territorio, al océano en las últimas tres décadas.
Los investigadores que estudian imágenes satelitales de la costa de Nigeria dicen que varios factores están contribuyendo a la desaparición de Ayetoro.
Uno de ellos es la perforación del fondo del mar en busca de petróleo, según el geólogo marino Olusegun Dada, profesor de la Universidad Federal de Tecnología en la ciudad de Akure que ha estudiado imágenes satelitales desde hace años. A medida que se extraen recursos, el suelo puede hundirse.
Pero él y sus colegas hacen notar que hay otras razones, incluida la deforestación de manglares que ayudan a sujetar la tierra y evitar la erosión provocada por las olas.
“Cuando empezamos a venir a esta comunidad, solíamos tener agua dulce”, dijo Dada. En la actualidad, el ecosistema de agua potable está transformándose en uno marino, de agua salada.
La transformación es enormemente costosa en Nigeria. En un informe de 2020, el Banco Mundial calculó el costo de la degradación costera en otros tres estados nigerianos con litoral —los cercanos Lagos, Delta y Cross River— en 9.700 millones de dólares, más del 2% del producto interno bruto del país. Examinó la erosión, las inundaciones, la pérdida de manglares y la contaminación, y destacó el elevado índice de urbanización.
Sin embargo, las dramáticas imágenes de comunidades costeras que desaparecen sólo captan la atención de los habitantes de Nigeria de vez en cuando. Una de ellas es cuando ocurre la inundación anual, otro efecto del cambio climático.
Pero los residentes de Ayetoro no pueden dejar de ver.
“Ayetoro era como un paraíso, una ciudad donde todo el mundo vivía con alegría, felizmente”, dijo Arowolo Mofeoluwa, una servidora pública retirada.
Calcula que dos terceras partes de la comunidad han quedado poco a poco bajo las olas, al igual que los diversos intentos de algunos habitantes para reconstruir.
“Esta es la tercera casa en la que vivimos, y algunos ya viven en la cuarta casa, y otra vez no tenemos suficiente espacio para nosotros. Cuatro o cinco personas que viven en una habitación pequeña; usted puede imaginarse lo doloroso que es eso”, señaló Mofeoluwa.
“Si usted ve a dónde llega el mar ahora, allí acababa el Ayetoro anterior”, agregó.
Para el líder tradicional de la comunidad y jefe de la iglesia local, Oluwambe Ojagbohunmi, el dolor no es sólo la pérdida de tierra sino que “también estamos perdiendo nuestra identidad sociocultural y religiosa”.
Algunos residentes dicen que incluso los cementerios han quedado cubiertos por el mar.
Este año, el gobierno del estado Ondo anunció un compromiso para hallar “soluciones duraderas” a la amenaza que enfrenta Ayetoro. Pero sus habitantes dicen que en el pasado ya se han hecho ese tipo de promesas.
Podría ser demasiado tarde para que esas iniciativas sean eficaces, dijo Dada. Durante años ha albergado esperanzas de que se lleve a cabo un sondeo ambiental para comprender mejor qué es lo que está provocando la desaparición de la comunidad. Pero eso ha sido en vano.
La Comisión de Desarrollo del Delta del Níger, un organismo gubernamental destinado en parte a atender problemas ambientales y de otro tipo provocados por la exploración petrolera, no respondió a preguntas de The Associated Press en torno a las labores para proteger la costa de la comunidad.
En la página web de la comisión aparece un proyecto de protección del litoral de Ayetoro. Una fotografía muestra un letrero que marca la tarea con el siguiente lema: “¡Decididos a generar un cambio!”
El proyecto fue asignado hace dos décadas. Su estatus es el siguiente: “en desarrollo”.
Los residentes dicen que nunca se inició nada.
“Algún día llegará ayuda, eso creemos”, dijo el líder juvenil Akingboye.
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