El COVID-19 no ha desaparecido, y los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) indican que va en aumento en todo el país.
“Hemos observado estos aumentos cada verano desde que el COVID-19 ha estado con nosotros”, dijo el doctor Amesh Adalja, médico especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad Johns Hopkins. “Lo que es diferente en los casos detectados este verano en comparación con los anteriores es que no han generado crisis hospitalarias”.
Según Adalja, el aumento estacional podría deberse a una mayor frecuencia de los viajes, a que la gente se queda en casa para evitar el calor de la temporada y a la continua evolución del virus, lo cual podría evadir la respuesta inmunitaria de las personas.
Las pruebas diagnósticas de COVID-19 son esporádicas y no está claro cuál es el número real de casos porque muchos contagios no se notifican, pero una forma de identificar tendencias es ver qué porcentaje de pruebas de laboratorio dan positivo. Según esta metodología, el COVID-19 está aumentando, con casi un 15% de resultados positivos, frente a menos del 1% en el caso de la gripe.
No obstante, los consultorios médicos no están atendiendo un número excesivo de pacientes con síntomas respiratorios. El número de consultas médicas por síntomas gripales sigue siendo bajo.
Y las hospitalizaciones relacionadas con el COVID-19 están aumentando, pero se mantienen por debajo de los niveles observados en invierno, y muy por debajo de los picos registrados durante la pandemia.
Los CDC también intentan monitorear la propagación del coronavirus mediante su detección en las aguas residuales de algunas partes del país.
Los datos más recientes sobre aguas residuales —de principios de agosto— muestran los niveles más altos desde enero. El virus se detectó en mayores proporciones en el oeste y sur del país, y en menores proporciones en el noreste. Los CDC califican de “muy alta” la presencia vírica en aguas residuales a nivel nacional.
Los expertos afirman que hay que tratar los datos con cautela porque tienen limitaciones.
“Sólo se sabe que esto significa que existe una fuerte presencia del virus”, dijo Jennifer Nuzzo, experta en pandemias de la Universidad Brown. “Pero no se sabe cuántas personas resultarán infectadas”.
No obstante, los datos obtenidos de las aguas residuales muestran que “hay una fuerte presencia del COVID-19”, añadió.
Adalja recomendó estar al día con las vacunas y que las personas que presentan comorbilidades consideren el uso de mascarillas en lugares concurridos y cerrados.
Si se enferma, los CDC recomiendan mantenerse alejados de otras personas hasta que los síntomas mejoren y no haya tenido fiebre en las últimas 24 horas.
El COVID-19 se ha convertido “básicamente, en parte de la condición humana”, afirmó Adalja. “Es inevitable cuando uno interactúa con otras personas”.