MORELIA, México (AP) — Las dinámicas de un pequeño y remoto pueblo indígena de Oaxaca, en México, cambian gracias a un misterioso refrigerador en la película “La Raya” de Yolanda Cruz, protagonizada por Mónica del Carmen y Diana Baltazar.
Cruz, directora de filmes como el documental “Reencuentros: 2501 migrantes” y “Hope, Soledad”, es originaria del estado de Oaxaca donde filmó “La Raya”, uno de los títulos en competencia del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM).
La cineasta destacó que es un proyecto sumamente personal en el que quería revisitar su infancia y en el que se ve reflejada por la experiencia de Baltazar, quien interpreta a Sotera.
“Era el primer día para Diana de ver su primera película, primera vez en el cine… Para mí, ésa es mi historia. Yo de niña no tuve acceso a eso, la primera vez que vi una película dije ‘¿qué pasa aquí?’, y yo nunca vi una película que me representara”, señaló.
Sotera es una hija de padres migrantes que, como muchos otros niños en México, crecen solos con sus abuelos u otros familiares, algunos incluso nacidos en Estados Unidos, que son enviados de vuelta a pueblos donde no hay jóvenes adultos, pues todos se han marchado. Cruz conoce bien esta situación: ella es migrante y vivió en Estados Unidos.
“Tienes a estos niños vulnerables aquí, ¿qué hacen? Eso es lo que yo quería retratar”, señaló.
Cruz creó un elenco conformado en su mayor parte por actores no profesionales, pero reservó su papel protagónico a la actriz Mónica del Carmen, galardonada con dos premios Ariel del Cine Mexicano, de filmes como “Año Bisiesto”, “Una película de policías” y “Babel”.
Llegar al set implicaba para Del Carmen un vuelo a Puerto Escondido desde la Ciudad de México y cuatro horas en un camino de tierra por la montaña. “Gestioné un montón de cosas para que pudiera suceder”, señaló.
Sandra es una mujer trabajadora que vive sola, pero dependiente emocional de un esposo migrante que no la ha visto en mucho tiempo. Es dueña de una tienda de abarrotes donde entrega remesas a los habitantes del pueblo, también tiene una bocina enorme que usa para dar avisos cuando falla la radio comunitaria.
“Son imponentes”, dijo Cruz, sobre estos altavoces usados como radios comunitarias. “Si tú has estado en un pueblo de México así, es la manera más sólida de comunicarte; nosotros mismos en la película, estuvimos un fin de semana sin señal (de celular), sin luz, sin nada”.
Del Carmen dijo que se inspiró en su propia madre para conformar su personaje.
“Decidió separarse y hacer su puesto de frutas y ser dueña de su negocio y luchar contra los obstáculos de otros hombres que venían a decirle que era una mujer sola”, recordó. “En el mercado de mi pueblo, hay muchas mujeres que sus maridos se van al norte y se hacen cargo y que viven solas y gestionan todo lo que te puedas imaginar, incluso no hablando mucho español”.
La familia de Del Carmen es de Miahuatlán, Oaxaca, en la sierra sur, a unas cinco horas de La Cieneguilla, el pueblo de Cruz donde filmaron “La Raya”. Sandra llega a La Raya por su esposo y también es de Miahuatlán, dijo la actriz.
En La Raya se habla chatino, pero Sandra habla español y unos más un poco de inglés, como Sotera, que trata de aprender ese idioma para cuando vaya a Estados Unidos, donde sus padres viven separados.
“Mucha gente dice ‘se ve raro’, pero también eso nos representa el racismo que existe; yo conozco niños que se rehúsan a hablar el chatino. ¿Por qué? Porque no quieren enfrentarse con eso”, dijo Cruz, quien es de etnia indígena chatina.
Un día caminando en el bosque, Sotera y su amigo Erick (Noe Salvador Vázquez) encuentran un reluciente refrigerador. Sandra, que tiene un gusto especial por la cerveza, necesita uno nuevo, así que los niños deciden hacer negocios con Sandra.
Al mismo tiempo, Sotera recibe la visita inesperada de su padre, que la quiere llevar a Estados Unidos, presionándola para que lo decida, y Sandra se siente desesperada por la situación que vive con su marido. Por si fuera poco, en La Raya se han quedado sin dinero para una importante fiesta del pueblo tras un robo.
Cuando Sotera y Sandra se sienten al límite, una anciana les hace tomar un temazcal, una especie de baño de sauna prehispánico usado con fines curativos y terapéuticos, para que aclaren su mente.
“Como una mujer puede ir al psicólogo, nosotros nos vamos al temazcal”, dijo Del Carmen. “Son rituales psicológicos espirituales que también nos ayudan a sanar. Es bello de ver cómo la película los pone ahí y marca la transición humana de toma de decisiones, de cambios importantes”.
Del Carmen apoyó mucho al elenco de niños para adentrarse en la ficción.
“La ficción no es una mentira, la ficción es una verdad”, dijo la actriz sobre su enfoque. “Jugamos mucho… Trabajando como profesionales. Y creo que haciéndoles mucho hincapié en que la historia y los personajes deben de ser verdaderos”.
Cruz, quien ha participado en los talleres de Sundance y en el Foro de los Pueblos Indígenas del FICM, estudió en el Colegio Estatal de Evergreen, en Washington, y en el Departamento de Cine, Televisión y Medios Digitales de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Dijo que ya está trabajando en su siguiente película.
“Quiero hablar sobre mujeres que comienzan una nueva vida después de los 40”, señaló.